Madera de castaño
Esta madera tiene muy
buenas propiedades para la construcción de casas tradicionales en el campo o en
pueblos de la sierra. En una madera flexible y resistente para vigas, puntales
o estructuras de tejado de madera. Aunque lo mejor es utilizarla seca, hoy día
es muy difícil encontrarla completamente seca y casi siempre la tendremos que
instalar con un cierto grado de humedad, a no ser que utilicemos madera de
derribo. Lo mejor es que a pesar de ello no supone un grave problema porque la
madera de castaño no se deforma demasiado al secarse. Es decir permanece en la
misma posición que fue colocada. En el caso del pino, al secarse puede alabearse
o contorsionarse haciendo tanta fuerza que podría incluso romper la fábrica de ladrillo
haciendo aparecer grietas y por supuesto los enlucidos de yeso. Por eso la
madera de pino se debe instalar completamente seca.
Eliminad siempre de la
madera de castaño la corteza al colocarla. Es por donde entrará mejor la
carcoma. Aunque veamos alguna galería gruesa, realizada por escarabajos del
orden de los cerambícidos, en la superficie del tronco, en la llamada madera de
albura, esto no es importante si el interior de la madera está sano.
La madera de castaño es
también una buena madera para realizar muebles, puertas, ventanas y tarimas. En
este caso es más importante que esté seca. Antiguamente se decía que se debía
tener un año de secado por cada centímetro de grueso del tablón. Como los
tablones se cortaban de unos 7 cm de grueso, debían permanecer al menos siete
años almacenados en el secadero con una buena aireación entre ellos. Yo he
encontrado estos tablones secos de esta manera de casualidad y he comprado los
que he podido, sin embargo la mayoría de la madera seca que encontraréis hoy es
de secadero artificial, que consigue un secado muy rápido a base de estufas, pero
de menor calidad.
En la foto de abajo veis una
pequeña ventana hecha de castaño y una puerta de un chozo tradicional. Fijaros
en el color de la madera.
En la puerta de la foto de arriba tenéis una madera
recién cortada (aunque el tablón tenía más de diez años de secado), con su
color amarillento, sólo tratada con aceite de linaza. En la foto siguiente veis
una tarima de madera de castaño cortada hace 15 años, tratada también de la
misma manera. El color se va a aproximando a lo que conocemos por color
castaño. Ahora tiene un bonito dorado.
Finalmente veis una
puerta de la misma madera que ha estado expuesta al exterior desde hace más de
50 años. El color es un marrón muy oscuro.
Conclusión: No tratéis nunca
la madera de castaño con tintes, dejad que vaya evolucionando en su color
natural. Aplicarle simplemente una buena mano de aceite de linaza ligeramente
diluido con aguarrás, que subirá el tono de color y la protegerá de la humedad.
Si está instalada en un sitio húmedo o con mucho peligro de carcoma, podéis
darle un producto incoloro contra estos problemas (tipo Xiladecor) y después el
aceite. De esta forma tendréis un color natural que va cambiando con el tiempo.
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